Profesor: Maribel Salcedo Alonso
4º ESO - Aula: 4º ESO C
Microrrelato:
Dotar de un final a un relato que no termina causa una enorme sensación interrogante en los lectores, regalé una conclusión a todos, pero ¿quién me la regala a mí? Al yo ser el único consciente del verdadero asesino y la verdadera víctima. Yo, Santiago, el personaje que os hizo creer confiar en un manipulable niño confundido por su reciente consciencia ante la complejidad de la vida a través de páginas vacías. Confesaré, confesaré, pero mi trabajo ya está hecho, he cumplido la voluntad de la verdadera justicia, por la que vosotros deberíais velar.
No, Roberto no fue el único que murió ese día, con él marchó la inocencia y la cordura de un niño cegado por su prolongado sufrimiento. Aun así, Marcos no fue la víctima ni mucho menos, pues lo fui YO. El dolor que me causó su padre, Roberto, durante nuestra vida escolar, por el vago capricho de desear a una mujer que no era suya. Y así es, Ángela, el amor de mi vida, juntos... a todas horas... ¡Ah, pero a Roberto no le gusto esa idea, y no decidió solo quitármela a ella si no quitármelo todo! a todos... Y no ahondaré en esa historia porque solo haría sangrar una herida ya vengada, pues manipular a Marcos, un niño que ya estaba roto no fue más difícil que superar lo que su padre me hizo pasar. ¿Qué? ¿pensáis que el propio niño desarrolló tanto odio por su padre? ...No... Ni siquiera tratándose de Roberto sería posible desarrollar tal sentimiento. Mi interés por el chico no fue más que un brote de dolor nacido a partir de mi pasado. ¿Y ese libro? Una tapadera.
Concluí con un golpe en la argenta mesa del interrogatorio. Las verdades derramadas sobre ella parecieron saltar junto a mi puño.
Obra de referencia:
Nando López. La edad de la ira.