Profesor: María Isabel Quero Callejas
2º BACHILLERATO - Aula: 2ºBB
Microrrelato:
Todos estaban callados. El silencio era sepulcral. Tan sólo la luz de unas velas iluminaban la
pequeña sala. De improviso, un sollozo ahogado rompió el silencio. Un hombre se situó
cuidadosamente detrás de la puerta cerrada y escuchó con atención lo que ocurría dentro del
lugar. La misma voz rota volvió a sollozar con pesar y el hombre escuchó otra voz, esta vez
masculina, que intentaba consolar a la primera bruscamente, pero sin ningún éxito.
La situación se agravó más cuando otra voz femenina puso el grito en el cielo y sermoneó al
hombre que había hablado.
-¡Tú, perro faldero, no sabes cómo era mi padre! -la voz se escuchaba tenue a través de la
puerta-. ¡Dices que era un gran poeta, pero no tuviste ni siquiera la consideración de salvarlo
cuando estaba muriéndose!
-Claudinita, querida, no seas así, anda... -contestó el varón en tono apagado.
-Hágame el favor de irse de aquí, don Latino -dijo la misma mujer que estaba sollozando al
principio-. Personas como usted no son bienvenidas en este velatorio.
El hombre que había estado escuchando la conversación se alejó de la puerta y se encaminó a la
salida. Ya había tenido bastante; a nadie le gusta estar cerca de un velorio.
A paso lento, el varón caminó hasta una parada de taxis y subió a uno.
-¿A dónde, señor? -preguntó el taxista.
-Al aeropuerto, yo me largo de aquí... -respondió él, murmurando.
El conductor asintió y puso rumbo al aeropuerto. Mientras, el hombre sacó un papel y comenzó
a escribir.
"Estimado Latino:
Gracias por salvarme de esta y entretener a esas dos. Ahora que creen que estoy muerto, por
fin podré dedicarme de lleno a la poesía sin nadie que me desmotive. Una nueva vida me espera
en otro país.
Gracias de nuevo,
Max Estrella"
Obra de referencia:
LUCES DE BOHEMIA, R. M. DEL VALLE-INCLÁN