Profesor: Gustavo Fernández Frutos
2º BACHILLERATO - Aula: 2º bachillerato C
Microrrelato:
Cuando bajaba por aquella escalera en días nublados y sombríos en los que me encontraba algo distraída, no podía evitar acordarme de los escalones de aquel lejano portal que me había visto crecer. Me gustaría haber podido despedirme con detenimiento del lugar que ahora caracterizaba todos los recuerdos de mi infancia, pero la ilusión ingenua que teníamos Fernando y yo por evitar el destino de nuestros padres nos precipitó a huir sin mucha reflexión. Salimos en silencio con poca ropa en nuestras maletas y aún menos comida. Paseamos a oscuras toda la noche, eufóricos con las posibilidades que creíamos que nos aguardaban. Con las primeras luces del alba me empezaron a surgir las dudas, a la vez que un dolor en el pecho cuando pensaba demasiado en mi madre. Las primeras semanas apenas salimos adelante. Al mes empecé a trabajar de costurera en una mercería después de estudiar meticulosamente las anotaciones que mi madre me confió en un cuaderno y que ahora guarda mi hija, como mero hecho simbólico, porque estudia magisterio y no podría interesarle menos mi pasado de aguja e hilo. Fernando fue de trabajo en trabajo ganando lo que podía hasta que se asentó en un obrador y después consiguió un empleo a su hermano Manolito, que vivió una temporada con nosotros. Con los años nuestro agrio piso -hasta entonces con humedades en todos los techos y una gotera constante que había eliminado la necesidad de un reloj en la cocina- empezó a llenarse de luz, música y libros. Aún no consigo explicar cómo. Progresamos, y cada vez llenaba más la cesta de comida que llevaba a casa de mis padres en la visita de los domingos. Pero mis manos, curiosamente, no acabaron de olvidar nunca la barandilla de mi antigua escalera.
Obra de referencia:
Relato inspirado en la obra teatral "Historia de una escalera" de Antonio Buero Vallejo