Profesor: María Lucaya Castán
3º ESO - Aula: Orvalle Lengua 3º ESO
Microrrelato:
Solo se oían sus pasos lentos y acompasados. La luz de la luna se colaba por las estrechas ventanas del castillo, iluminando su figura. Al llegar a su destino, empujó la puerta. Era un dormitorio sencillo, había una mesilla y una cama. Sobre ella descansaba un hombre anciano, que, con dificultad, se volvió hacia su inoportuno visitante.
—Señor conde —hablaba con lentitud y su voz era ronca—. ¿Qué es lo qué necesitáis?
—Patronio, ¿qué os hace pensar que quiero algo de vos? ¿Acaso no es comprensible que desee visitar al más fiel de mis consejeros?
—¿A estás horas de la noche? ¿Estando yo enfermo?
—Discúlpeme, no quería importunaros. Pero es cierto que hay asuntos que me preocupan y bien sabéis que yo confío mucho en vuestro buen juicio.
Patronio esbozó una ligera sonrisa, mientras negaba con la cabeza.
—Esta vez no seré yo quien encuentre la solución a vuestros problemas. —Hizo una pausa para mirar a su desconcertado interlocutor.
»Debéis ser vos mismo quien tome sus propias decisiones. Los consejos no son malos o innecesarios, mas, si no se utilizan para formar un criterio justo y bueno, ¿de qué sirven? Quizás os solucionen una cuestión inmediata, pero seguiréis dependiendo de ellos siempre. En cambio, si escucháis lo que os aconsejan y sois capaz de sopesarlo y elegir lo más conveniente, sabréis también que hacer cuando nadie os ofrezca una opinión. Así, vos podréis ser referencia para otros. Pues, ¿quién aconsejará a vuestros hijos, nietos y a todos los que aquí se educan, cuando yo no esté para guiaros? —Tomó aire costosamente y con la misma voz rota añadió: —Prométeme que nunca olvidaréis esto. —Después no pudo decir nada más: su llama se extinguió y la habitación quedó sumida en el silencio, dejando al conde con su promesa en los labios.
Obra de referencia:
El conde Lucanor