Profesor: Carlos Narganes Priego
2º ESO - Aula: Aula de 2º ESO
Microrrelato:
Tic, tac, tic, tac, tic, tac…
El Señor Oswald estaba temblando. Su mirada observaba, inmóvil, el reloj que yacía colgado en su despacho. Su constante marcar de los segundos le obligaba a afrontar la realidad: ya faltaba menos tiempo para visitarle, algo que él no quería aceptar. Desesperado y aun sintiéndose inseguro, Oswald intentaba darse ánimos a sí mismo, todo ello, en lo más hondo de sus pensamientos:
“¿Qué más me da? Si voy acompañado. ¡Mi miedo hacia él no debe acecharme!”.
Para su desgracia, la verdad le hacía venirse abajo:
“Me estoy engañando… En el fondo sé que, mientras esa bestia esté presente…, la muerte ansiará con alcanzarme”.
Oswald se llevó las manos a la cabeza. Sus lágrimas mojaron las cartas de despedida, todas ellas dirigidas a su mujer, que tenía en la mesa.
Fue así cómo, al esconderse el Sol, mis compañeros militares y yo acudimos a su celda. Todos caminábamos temblorosos, pues temíamos ser su almuerzo.
Seguía pensando que liberarle era la peor decisión que se había tomado en aquella cárcel… Su condena se habría finalmente levantado, mas no me cabía duda de que, una vez no estuviese entre rejas, su maléfico rostro ensangretado regresaría a las portadas de los periódicos.
-Nos acercamos a su cámara, señor… - me dijo uno de los soldados, a medida que avanzábamos. Yo no lo escuché, mi mente permanecía ocupada pensando en cómo había de disparar con el arma que aguardaba… si la necesidad me lo exigía.
Serían las diez de la noche cuando unos extraños ruidos, provenientes de no muy lejos, me despertaron. Pisadas humanas que, estaba seguro, eran de guardas. ¿Qué querrían de mí ahora? ¿Qué había hecho mal? ¡Esa vez no había atacado a nadie!
La puerta metálica de mi cuarto se abrió. Era él. Comencé a temblar.
Obra de referencia:
La lectura realizada en clase es “Hannibal. El origen del mal”, novela escrita por Thomas Harris.